El sueño y la vigilia… y sus estados intermedios.

Parasomnia. Los médicos dicen que sufre de “parasomnia” y le han condenado a 10 años de tratamiento psiquiátrico. Pero no entrará en prisión.
Fue hace 6 años, en mi ciudad, en Málaga. Un tipo mató a martillazos y hachazos a su suegra y su mujer. También se cebó con su hija, a la que le dio un martillazo en la cabeza y un hachazo en la cara que le cortó el labio superior y la ha deformado de por vida, procurándole dificultades serias para hablar y comunicarse.

Yo alucino, y busco el significado de ese término en Internet:

“La PARASOMNIA es un trastorno de la conducta durante el sueño asociado con episodios breves o parciales de despertar, con actividad motora, a menudo de carácter violento, que aparece durante el sueño REM, sin que se produzca una interrupción importante del sueño ni una alteración del nivel de vigilia diurno. El síntoma de presentación suele estar relacionado con la conducta en sí misma. Son más frecuentes en niños, aunque pueden persistir hasta la edad adulta, en la que tienen un mayor significado patológico.”

170.000,00 € de indemnización a sus hijos (menos de 30 millones de pesetas).

“Pensaba que eran avestruces gigantes asesinas”. Eso fue lo que declaró en el juicio.

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Ya en algún post comenté que yo también sufría otro tipo de desorden del sueño llamado “alucinación hipnogógica”. Cuando dormimos, estamos programados para dejar sólo en funcionamiento los músculos de los ojos, pulmones, corazón y cerebro, paralizando lo demás. Pero, a veces, los mecanismos se descoordinan, y esta paralización del resto del cuerpo se produce antes de que lleguemos a estar completamente dormidos (bueno, es una manera un poco simple de explicarlo, pero es así en esencia…), así que uno se encuentra en un estado de semi-consciencia pero sin poder articular ni un solo movimiento. Para colmo, cuanto más nervioso te pones, más te agarrotas, y entonces la situación se vuelve un poco escalofriante. Tus pupilas comienzan a dibujar formas imposibles, a hacer juegos con la luz. Oyes cosas, como susurros, y llegas a notar que alguien te toca por la espalda o en la nuca. La sensación es tan asombrosamente real que sientes ganas de volver la mano y palpar. Pero no es real, es sólo un juego de tu cerebro.

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Candela Peña, en “Princesas” se hace una pregunta interesante: “¿Se puede sentir nostalgia por algo que nunca ha sucedido?”. Y habla de una “tristeza a cuenta”, de un dolor por el cómo podrían haber sido las cosas que nunca van a ser. Y, aunque fueran, de cómo se puede llegar a anticipar un dolor que, con total certeza, llegará de todas formas. Pero tampoco es real. Es un viaje mental.

¿Dónde está el límite? ¿Quién puede quitarme mi derecho a soñar…? ¿Por qué los “estados intermedios” son tan peligrosos entre el sueño y la vigilia, y los radicalismos tan repudiables en la “vida real”?

PD: Recordad que podéis mandar vuestras fotos para el concurso del tito púgil... (pincha aquí).