La vida y la obra de un púgil sin contrincante

Yo no pedí estar aquí. Yo no pretendo entenderos ni que me entendáis. Yo no pretendo pasar a la posteridad; tan sólo, que me dejéis hacer mi vida, por extraña que os resulte...

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Lugar: Torrox, Málaga, Spain

25.1.07

EL PÚGIL Y EL OCÉANO…

Es como estar absolutamente solo en medio del océano, a bordo de un yate a la deriva. Con los tanques de combustible llenos y la bodega repleta de vituallas. Pero sin brújula y sin radio…

Una mañana te despiertas y subes a cubierta. El sol espléndido te ciega los ojos. Miras a tu alrededor: nada. Ni tan siquiera una nube. Sólo la enorme masa de agua salada; tú y tu barco.

Entonces recuerdas que alguien, antes de dormirte plácidamente la última vez, te susurró al oído: “A la izquierda… gira el timón hacia la izquierda y llegarás a tu destino. El combustible y las provisiones están calculadas para que duren justo lo suficiente hasta llegar a tierra… pero debes girar el timón sólo hacia la izquierda…”.

No, no fue un sueño. Las indicaciones eran las precisas.

Y surge la duda… no hay izquierda ni derecha, sólo arriba y abajo. Das un giro de trescientos sesenta grados en torno a ti mismo, observando lo que te rodea: todo es igual, sólo horizonte. Si al menos pudieras divisar un islote… embocarías la proa hacia él, arrancarías motores y girarías el timón hacia la izquierda del trozo de tierra. Pero, piénsalo bien… si el yate está a la deriva… ¿cómo situarte correctamente con respecto a la porción sólida para identificar correctamente el giro? Por otro lado, ¿y si ese islote no era el punto de referencia, aunque hubiese aparecido?

Tu estómago empieza a encogerse. El sudor que aflora, las gotas que ya te inundan las sienes no te dejan pensar con claridad.

¿Arrancar el motor sin más y navegar hacia un punto en concreto dejándote guiar por el sol y, de noche, por algún astro? Desesperado, aunque un intento al menos… pero recuerda: el combustible y las provisiones están calculadas exactamente para llegar a tierra, de modo que si te la juegas a un solo intento, puedes acabar nuevamente a la deriva y sin comida en mitad de la masa oceánica…

El miedo, la angustia, ahora empiezan a paralizar tus miembros y a generarte temblores… buscas un lugar a la sombra para sentarte e intentar razonar con más lucidez.

¿Y si te dejaras arrastrar simplemente por la corriente? Todas las corrientes conducen hasta algún sitio cerca de tierra, poblado… la civilización… sí, todo el mundo sabe eso. Pero, si dejas los tanques llenos de carburante, el barco seguiría siendo demasiado pesado como para que el efecto de los vientos o de esa cinta transportadora subacuática fuera lo suficientemente efectivo… además, está el problema de la comida, cuya cantidad es finita…

Sueltas el ancla, dejas pasar las horas; te derrumbas y al final el sueño puede contigo. La mente está en blanco. Llega un nuevo día. Y otro. Y otro…

Dos semanas después, te arrojas por la borda y tu cuerpo se hunde lentamente…

En el transcurso de esos días, no te has parado a comprobar ni por un solo momento, que en un armario, abajo, tenías artilugios de pesca, una caja de bengalas y unos prismáticos. Encerrado en tu frustración y en tus teorías imposibles, no te has dado ni cuenta de que decenas de barcos cargueros han pasado a varias millas de distancia, casi invisibles para tus ojos, pero alcanzables en unas horas gracias a tus motores potentes y deportivos…

No te has dejado ayudar…

No te has dejado querer…

Muchas mañanas, yo también me levanto y huelo el salitre en el aire…

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

si ... pero al igual que el viento, esos estados mentales pasan, tarde o temprano ... lo malo es darse cuenta demasiado tarde de lo que no has querido ver ...

12:45  
Blogger Jove Kovic said...

Es muy curiosa la relación del mar con la belleza y la muerte. En dso ocasiones he pensado en la muerte, en el suicidio, quiero decir, y las dos fueron en paraísos junto al mar: el Cabo de Gata y la Cala Macarella, en Menorca. Creo que el mar comparte rasgos con la percepción de la muerte, como la inmensidad, el silencio,la soledad...lo importante es, como dice Furu, saber que las cosas pasan. Todas, menos el mar.

18:28  

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