La vida y la obra de un púgil sin contrincante

Yo no pedí estar aquí. Yo no pretendo entenderos ni que me entendáis. Yo no pretendo pasar a la posteridad; tan sólo, que me dejéis hacer mi vida, por extraña que os resulte...

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Lugar: Torrox, Málaga, Spain

17.11.06

OTRO (INICIÁTICO) VIAJE y su BANDA SONORA...



Llegué hasta allí huyendo. Sopesando los riesgos del camino (la lluvia, la poca visibilidad, los suicidas al acecho...), me encaminé hacia el lugar donde supuestamente encontraría el exilio temporal que mi mente me exigía a base de punzadas y golpes de añoranza.

Y llegué solo, como siempre hago. Solo en la encrucijada de senderos.

Me agencié un lugar privilegiado, rodeado de animosos pseudocompañeros de fatigas que, inútilmente, intentaban armarme y adiestrarme en el arte del malvivir moderadamente.

Entonces apareciste a mi izquierda. Tan bella como jamás fui capaz de soñarte, de escribirte, de tocarte... con tus labios apuntando hacia la promesa de un día, una semana, un año; una vida mejor. Y miraste hacia tu derecha. Y sonreíste... y tomaste un trago de esos que te obligan a levantar la nariz y casi a entornar los ojos. Y cambiaste tu posición estratégica para que nos tuviéramos de frente, con las rodillas juntas y apuntando directamente al objetivo, como cuando se alinéan los misiles en las guerras frías, retándose, fusilándose con miradas que inspiran versos y frases como "...cuánto te echo de menos...".

Suena una canción muy conocida. Muy buena también. Yo me la sé. Y tú. Así que tarareamos, con el cigarrillo prendido en una mano. Tu marca lleva mis iniciales y, cuando el cantante encara la segunda estrofa, yo me transfiguro en ese cilindro humeante que tú te llevas a la boca, y siento un escalofrío de esos que, según los más ancianos, pueden llegar a dejarte ciego. En el estribillo, los dos cantamos elevando nuestra voz y volvemos a mirarnos. Ahora sí me estás mirando de frente, directamente a mi... y sonríes de una forma tan franca, que el tiempo se detiene (como ya lo hizo otras veces en tantas otras campañas...), y yo te devuelvo la sonrisa del reo que se entrega voluntariamente.

Recuerdo los versos de Gil de Biedma:

IX

¿Fue posible que yo no te supiera
cerca de mi, perdido en las miradas?

Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.

Si apareciendo entonces
me hubieras revelado
el país verdadero en que habitabas!

Pero pasaste
como un Dios destruido.

Sola, después, de lo negro surgía
tu mirada.

La música empieza a sonar. Pero la música no "suena" cuando ellos la hacen. La música VIVE, con todas sus consecuencias.

Tú eres de otro, de otro al que admiro. Y eso me admira aún más. Brindo por él.

De regreso, encuentro a una aliada con la que sortear a los que antes han caído durante la marcha de retirada.

Y, ya en la cueva, solo. De nuevo.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Por la parte que me toca, me alegro de haber "colaborado" en este escrito ;) Un abrazo

11:47  

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