La vida y la obra de un púgil sin contrincante

Yo no pedí estar aquí. Yo no pretendo entenderos ni que me entendáis. Yo no pretendo pasar a la posteridad; tan sólo, que me dejéis hacer mi vida, por extraña que os resulte...

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Lugar: Torrox, Málaga, Spain

2.11.06

EL PUNTO DE INFLEXIÓN: POÉTICA Y VIVENCIA...


Este poemario fue escrito con las vísceras; con la mirada, las manos y el corazón de alguien a quien la vida le estaba dando otra oportunidad, y que a día de hoy, aún no sabe muy bien si la está aprovechando...

"VIDA Y OBRA DE UN PÚGIL SIN CONTRINCANTE (2005)"



LA LUZ


La luz, la que emana, la que penetra…
la que regalas, la que reflejas…
Tu luz; en las terrazas y las riberas,
junto a mi cama en la duermevela…

La noche vuelve a las canaletas
y a los sonidos, y a las libretas…
la noche vuelve a ser del poeta,
y la luz… tu luz es noche
en las travesías de mi ceguera.





TORMENTA

Y hasta que llegue la tormenta
de primavera, y sus tibias aguas…
¿Qué haremos con los colgajos
que vinieron tras la helada?
¿Quién guardará celosamente
al corazón maniatado, a
la mutilada y demente
sed de sequías invernales?
Hasta que llegue el granizo purificante.
Negra, gris, blanca. Nube.
El ensordecedor trueno del poniente.
La chimenea apagada, y el humo que sube
a encontrarse con el sutil torbellino desecante
que desterró al inexorable sendero
de los mapas y los gradientes.

Hasta que llegue la tormenta
de primavera, y sus tibias aguas…
¿Dónde ocultaremos a los impúberes
niños imberbes, a los cobardes,
para que no se vayan?
Hasta que lleguen las cálidas brisas.
El rayo que es beso. La luz que arde.




SIETE U OCHO DÍAS

Tú.
La efímera vida del aerosol marino que,
en su breve estancia todo lo corroe
y lo impregna y lo perfuma.
El coito de la ola y el viento,
la eyaculación prodigiosa que viaja.
La autosuficiencia a prueba de las
quietas figuras litorales que esperan
a ser visitadas y admiradas.

Tú.
La leve visita de la estación de las lluvias
y de las nubes solteras.
El abrazo del cielo y la tierra,
el llanto reprimido; la catarsis acuosa.
La valentía a prueba de los seres noctámbulos.
El pariente lejano de la noche que
se persona en la plenitud diurna.

Tú.
La acotada emoción de la canción evocadora.
El sobrecogimiento alado que sobrevuela los mundos
y las cabezas bienpensantes.
La costumbre a prueba de los muros y las cancelas.
El poema, las notas; el grito errante.
Tú.




SIETE U OCHO PRIMAVERAS


Azote de la calma y del descanso de la tarde.
Te apoderas de mi cama y del refugio de mi sueño;
compulsiva centelleas en las sombras de mi pecho,
engulléndome en la llama que bien sabes que no arde.

Veleta sobre el tejado del granero emigrante.
Te adueñas del paisaje y el devenir de los vientos;
malévola susurrasle el abono al prado yermo,
y niegas risueña el remedio a quien implora que lo salven.

Plena irrumpes en la sala,
con la zarpa siempre en ristre, y la sonrisa del viernes.
Te hubiera observado durante todo un siglo.

Presta abandonas la casa,
y extiendes delgadas alas que te impulsan torpemente;
desnudas, obviamente, del plumaje requerido.




LA MUERTE DE LO EVITABLE


Porque un poeta lo es para siempre,
como lo son las aguas enrabietadas,
como lo es tu mano en mi espalda;
la tuya, la suya… la serpiente…

Por eso yo hubiese claudicado
ante una vida irrelevante y adocenada,
predecible, silenciosa y remunerada
con papel y metal vil acuñado.

Y heme aquí, desnudo y tembloroso;
derramándose mi tinta
tras cortarme todos los versos.

Heme aquí, inmerso en el destrozo:
la musa ha quedado en cinta…
pronto vendrán nuevos besos.




AÑORANZA MULTIPLICADA


Quiero verte lejos de ese mal que nos acecha…
y sueño con llevarte a un mundo color de cielo…
quiero dormirme al lado de tu blanco pecho siempre…
labrarte y recoger cada verano esta cosecha,
peinarte cada noche con mis dedos los cabellos…
hacer de este amasijo de poemas que te siente
un siervo agradecido que te extraña y que se anhela.





FINITUD

Y si nada es de por vida;
ni la misma vida propia…
si todo madura y atrofia;
si cicatriza la herida…

Si al final de la partida
no se repite la historia…
si estas almas son las copias
de otras almas, otras siglas…

¿Quién quedará en la entrepuerta
para sellarnos la mano
y recoger los abrigos?

Noche y silencio. Reyerta.
El gallo despierta temprano
y me miente… y yo le sigo.






INFINITUD


Porque prefiero
la muerte atroz junto a ella
a la vida
sin el olor de su cuello.

Porque recuerdo a Miguel
y, yo también,
cada luna, cada sueño,
me voy perdonando la vida
sin saber ni conocer.

Un día, sujetos por ramas,
nos miraremos el alma,
y limpiaremos la sangre
que paró las maquinarias.
Y reirás. Y lloraré. Y ya
no querré respirar
más que el aire de tus dientes.

Y sabrás. Y veré.
Porque mi sangre limpia tu sangre
y tu saliva, dulcemente,
me adormece y me calma el hambre.





SETENTA Y DOS NOCHES DE ESTÍO


“Cómo gasto papeles recordando…
cómo me haces hablar en el silencio…
cómo no te me quitas de las ganas,
aunque nadie me vea nunca contigo…


Y como pasa el tiempo, que de pronto son años…
sin pasar tú por mí, te tenía.”

SILVIO RODRIGUEZ

El deseo se torna sobrenatural y doloroso.
La cuenca se seca,
y la ribera yerma
lagrimea, y añora el riego de los labios de miel.

Y ya no quedan fuerzas para ensoñar una vida
esperando una caricia… que quizás no exista.

No quedan lluvias. Pardas orillas.

Hoy es el día.

El deseo me gana la apuesta, sabedor
de tus salivas,
y tus sequías
secan los bolsillos andrajosos y mugrientos.

Hoy es la noche. Hoy el ronco canto del cisne.

Hoy ya no quedan ganas de canjear una vida
ahuyentándose un sudor… que tal vez no exista.

Nubes, brisa… Hoy es el aguacero…

¡Como ave de cría en su nido, el matorral crepita
y se engarza; el camino polvoriento
levanta su telón en señal de victoria, y la cigarra
detiene su obra antes del tercer acto!
La ribera se sume en el más espectral de los silencios…

Y pronto el baño de luz, la llama de nuevo incipiente…

Hoy tampoco hay otoños de almíbar para el huerto.

La cuenca se seca. Tu barco se muere.





Luna y consuelo


Y todo de madrugada,
hallando el ansiado consuelo a la luz de la única luna,
al abrigo de las gotas que caen y que resuenan.
El hombre que desdeña su fortuna
y vaga silencioso por la estepa,
renace y se amamanta con la luz de la mañana.

La arena iluminada por vapores.
El hombre que barrunta su plegaria.

Y todo en una vida,
buscando la piel que no late en la piel que se reclama,
bebiéndose a sorbos el llanto; vaso a vaso su veneno.
El hombre que apaga la llama
y que batalla contra el sueño,
se proclama el salvador de su especie ya extinguida.

La senda iluminada por rumores
de una hoz y una guadaña imaginarias.






Nosotros, lobeznos


“¿Y por qué esperar… para qué?
¿Por qué esperar… di, para qué?”

MAGA



A nosotros, a los que vivimos huyendo de la recalcitrante claridad.
A nosotros, los que soñamos sin necesidad de mover los párpados.
Nosotros, los que buscamos el refugio desesperadamente.

Nosotros, sin vosotros. Vosotros, sin nosotros.

Inmersos en la profundidad del acorde, en la desesperanza de lo caduco,
en la mística de lo ínfimo, de lo ridículo.
Aferrados a la memoria, a la comedia de lo irrepetible.

A nosotros, incomprendidos. A vosotros, los bienaventurados.

¿Nos llegarán los ecos divinos, la carcajada inmortal,
la metamorfosis depuradora, el lienzo que componga, al fin,
la imagen que habrá de postergarnos al olvido?

¿Hallaremos al fin la muerte sin navajas,
agujas, elixires o saltos iniciáticos?

A nosotros, la noche. A nosotros, el humo corrompido.
A nosotros, el dolor gozoso.








FUGA

La fuga. La anhelada fuga.
La premonitoria ruptura del cordón de plata.
El húmedo y mugriento manto de hojarasca
que, impávido, a mis puertas se acumula.

Y ese silencio… y esa sonata…
ese poema que la madrugada exuda…
La fuga. La irremediable fuga.
El viaje penitente por sobre la borrasca.

Ocho décadas de espera empacándose las letras
trazando el itinerario entre compases absurdos…
curándose con canciones los grilletes y las sombras.

Y este vacío… y esta tristeza…
este grito que evadirá al mundo…
La fuga. El plan. El viaje… estos versos que me sobran.










REGALO DEL VIAJERO A MABEL


“Mabel no existe… no estuvo…
ella es un destino hacia el que todos,
tarde o temprano,
terminamos dirigiendo nuestros pasos…”




Ya no se siente el ruido en los bolsillos.
¿Ya ha cesado el tintineo inoportuno?

Tiempo ya de repostar, limado un trecho,
de aliviar la maleta. De lustrar el escudo.

Los pies, anegados de tus cinturas… las manos
asidas al cuello que nadie sostuvo.

En mi peregrinar te extraño, Silencio.
Nunca cesa el tintineo inoportuno.

Con tus señales y tus pisadas, Camino,
va cesando el tintineo inoportuno.

La noche y su amante en este verso…
El alpinista y su embriaguez en estado puro,

y la hoja entre el cuaderno y sus hojas…
y el macilento dedo entre el dedo oscuro…

Se engrosan, viaje a viaje, los apareos del alma,
conforme cesa y se calma el tintineo inoportuno.





SEGUNDA OPORTUNIDAD


La ciudad te reverencia sorprendida.

Tu paso desafiante… las luces,
las aceras, las advertencias,
los miles de testigos protegidos
que falsearían declaraciones juradas
por no delatarte con sus dedos…

Tu caprichoso contrapeso,
tu desafinada guitarra…
tu melodía disonante y mi rabia.
El coloso se ha calmado ante tus ojos
y se duerme ya en la noche de los tiempos.

Alguien te aguarda a la vuelta de la esquina.

Amaneceres rojos, rojas luces,
rojos cabellos, cabellos y espejos…
El humo que se escapa de tus dientes
y enturbia el cielo, y enfría
la temprana estación de las flores…

Tu acorde estridente y tus balas de hielo,
tu melodía asonante y mi reflejo…
tu oración diaria a los pies de la cama.
La catarsis hecha un mar de olas furiosas
que se mueren en mi costa, sin remedio.

El viaje no acaba cuando se apaga el día.






ANCHA Y ABURRIDA

Me repito una y otra vez;
me salpico con mi propia esencia
manchándome de tu presencia
y con tu mirada soez.

Recuerdo que debo olvidarte,
nada quedó en las esquinas de la memoria…
sólo los restos de nuestra historia
y un souvenir del paseo por Marte…

Futuro incierto de un bello presente.
Tremebundo reflejo de cristal opaco
que me muestra lo que soy.

Busco a tientas el pilar que me sustente,
beber de tu elixir envenenado,
calmarme de este ansia que te doy y que me doy.


(Con Daniel Atencia.
Primer día de viaje. Ciudad Real).





NADA

Nada pretendo con esto.
No me juzguen ustedes tan duramente.
Soñar es lo que quiero.
Llevar mis zapatos tan lejos como alcance
la onda expansiva y el aguacero,
el impulso torpe, el gesto disconforme,
la nuca desnuda y el beso vehemente.

Olvidar. El viaje. El guante.
La luz que busca en el suelo.
La triste vida y la obra
de un púgil sin contrincante.

Nada pretendía con esto.
No señalen con sus dedos, no clamen.
Arribar al destino, cualquiera que fuere,
a lomos de la bestia que muere
al alba, entre disculpas.
La peregrina me esconde en su cesto.
Olvido. Viaje. Guante.

Mandíbula rota. Sentencia cumplida.
La luz que encuentra en el suelo
la triste vida y la obra
del púgil de alma suicida.


(Segundo día de viaje. Barcelona).





K.O.

La gota en la baranda.
Las brumas hacen acto de presencia
ocultando los sonetos
que divisábamos en el tiempo del ansia.

Precipita con sabor a salobre
de mis ojos y de tu sexo,
y conduces tu vida tras los barrotes
sucios de cristal humedecido;
a la par, yo sujeto el timón
abrasándome en el deseo
de que cesen los días y las noches.
Ajena, tarareas la canción de despedida.

Sólo quedarán imágenes, postales
enmarcadas en el salón de trofeos.
Yo seguiré impartiendo mis lecciones
de desasosiego, y tu mirada discente
se mantendrá fuera del aula.
Yo seguiré interpretando tu drama
y, tras la cuarta pared,
sólo tú retendrás el aplauso.

Ya cesa. Ya amaina. Perfume
de asfalto mojado, salobre
de tus ojos y mi sexo.

(Cuarto día de viaje. Castellón).