La vida y la obra de un púgil sin contrincante

Yo no pedí estar aquí. Yo no pretendo entenderos ni que me entendáis. Yo no pretendo pasar a la posteridad; tan sólo, que me dejéis hacer mi vida, por extraña que os resulte...

Mi foto
Nombre:
Lugar: Torrox, Málaga, Spain

27.11.06

LLUEVE...


Llueve. El despertador sonará dentro de unos treinta y cinco minutos, pero yo ya estoy despierto. Inmóvil. Paralizado. Seducido por el ruido (música celestial) de las gotas contra la ventana de la habitación. Empieza a clarear, pero apenas es perceptible. Este es el mejor momento del día. Desearía que hubieran quedado más minutos hasta que el estridente sonido de mi despertador digital inundara la casa. En este estado de semi-vigilia-sueño no tengo temores, no hay vacilaciones.

Soy absolutamente incapaz de mover ni un solo músculo, pero lo percibo todo. Tengo una cama de un metro y medio de ancho y, aún así, duermo hecho un ovillo en el lado derecho, como cuando dormía con ella hace ya tanto tiempo. Consigo estirar el brazo izquierdo hacia atrás, y palpo con la palma de la mano sobre la superficie fría del edredón. Nada.

Huele raro. Sabe raro. Cinco minutos más…

No. Hoy no.

Ahora llueve con más fuerza sobre el cristal. Arriba. La cafetera ya estaba preparada desde la noche anterior. El silencio es abrumador. Lo rompo con un traspiés y un golpe contra una silla del salón. Mierda. Duele. ¿Dónde está el interruptor de la luz? Aquí.

Mi mente funciona a base de automatismos: cafetera-fogón-fuego-tele-sofá-estufa-gafas-zapping-borboteo-fogón-APAGAR-taza-azúcar-leche-remover-reposar-cuarto de baño-ducha rápida-toalla-taza-cigarrillo-QUEMA…

Sigue lloviendo. Bajo el volumen de las noticias para deleitarme unos segundos. Con la última calada. Con el antepenúltimo sorbo. Volveré a encenderme otro en unos minutos. Son siempre dos con el primero de la mañana. No me importa que se esté enfriando ya.

Cuando no era yo solo, los desayunos eran más entretenidos… incluso había algo que masticar…

Suena el despertador y rompe la paz. Me apresuro a apagarlo. Empiezo a ser un poco más persona…

¿Qué me pongo hoy? Da igual. Lo primero que coja limpio estará bien. Tengo que poner una lavadora cuando vuelva. Que no se me olvide. Y el jodido gato no tiene comida. Mejor lo anoto.

Apuro el segundo, casi con pena. En la pantalla ponen la previsión del tiempo. Parece que este regalo del cielo va a ser efímero. Mañana o pasado volverá a picar el sol en pleno diciembre. Odio este sitio tanto como lo amo.

Una última revisión a los papeles. Chaqueta de pana fina. Joder, ayer mismo fregué el suelo a conciencia. Cuando vuelva, se llenará de marcas, por el agua. Subo al coche; odio conducir el coche, pero no queda más remedio. Conecto la radio:

“Bienvenidos a otra mañana de sábado con la mejor radio…”.

Mierda. Mierda. Mierda…